
El comienzo de la novela me pareció bastante bueno, con ritmo trepidante y una introducción a la trama que te deja con ganas de más. Aunque el ritmo decae un poco después, el desarrollo de los acontecimientos van empujando a los protagonistas hacia un climax que se va anunciando poco a poco y que devuelve el ritmo a la novela en un final bastante aceptable. A pesar de todo, el final queda abierto para una supuesta continuación, y con algunas preguntas sin responder que dejan un sabor agridulce.
La novela se sostiene muy bien a lo largo de sus extensos capítulos con una ambientación y recreación del Madrid del 1859, que se convierte en un personaje más. Sus autores nos conducen como guías turísticos profesionales por sus calles y edificios, tanto de la época en la que se basa como de lo que acabarán siendo hoy en día. Son innumerables las anécdotas que se cuentan de la capital, así como los cameos o apariciones de personajes históricos e ilustres.
Los personajes funcionan bastante bien. Tiene un trasfondo bastante cuidado aunque dejan en algunos casos alguna laguna o duda en sus historias (tal vez pensando en la continuación). El contraste que se crea entre unos y otros, las luces y sombras de cada uno de ellos, hace que no sepamos si estar a favor o en contra, lo que les da credibilidad y realismo.
Hacía bastante tiempo que una novela española no me parecía tan interesante, entretenida y diferente. Merece mucho la pena leerlo, tanto por la historia con minúscula, la de sus personajes y acciones; como la Historia con mayúsculas, la de Madrid decimonónico.